Juan Manuel Irrazábal será consagrado presidente del Partido Justicialista de Misiones. La Junta Electoral partidaria habilitó únicamente la lista Dignidad Peronista que lo postula para las elecciones internas a celebrarse el 14 de marzo y rechazó la lista Convergencia Justicialista que ni siquiera cumplió con la paridad de género. Encontró además que las mismas personas integraban las candidaturas al Consejo y el Congreso, entre otras irregularidades.
Es obvio entonces que, la decisión anunciada por Gonzalo
Arguibel de impugnar las elecciones y eventualmente hacer una presentación en
la Justicia, no tiene la intención de dirimir la conducción del Partido, ni de
debatir proyectos, sino el propósito de deslegitimar el proceso que
recuperación del protagonismo del PJ en la política local que impulsa Dignidad.
La movida de desprestigio, implícita en toda judicialización
de la política, impulsada desde afuera del partido y que cuenta con la
complicidad de operadores monitoreados desde una oficina de la EBY para
reproducirla, no tiene en cuenta que el 6 de junio Misiones inaugura la agenda
electoral en el país y Alberto Fernández necesita empezar ganando para generar
el famoso efecto cascada y de contagio para llegar con expectativas a las
elecciones nacionales de octubre. No es un dato que pueda pasar desapercibido a
los analistas ya que, desde el 21 de marzo, AF será también presidente del PJ
en el orden nacional. Si el Presidente de la República decidió encabezar
también el Partido, es evidente que la estrategia de acumulación política pasa
por el fortalecimiento del peronismo. De otro modo, no estarían Axel Kicillof
en la Vicepresidencia ni Máximo Kirchner en el Presidencia del PJ de la
Provincia de Buenos Aires. Asistimos a una peronización del Frente de Todos y
simultáneamente a su institucionalización. Es la manera de dar organicidad al
Frente que pudo llegar al Gobierno en 2019 con los nombres de Alberto y
Cristina en las boletas. Esa significación y fundamentalmente la densidad
política de Fernández de Kirchner ya no podrá en octubre transferirse a través
de las fotos ni de Unidad Ciudadana ni los partidos satélites. En octubre se
votarán sólo legisladores y únicamente en representación del Distrito, no habrá
boletas de las cuales colgarse.
El pejotismo misionero llega a la encrucijada de junio sin
poder disimular sus crisis de representación. La diáspora de 2003 hacia la
síntesis trasversal de las tradiciones populares y federales que encarnó el
espacio de la Renovación, no pudo ser contenida ni después del plebiscito de
2006 ni con la intervención posterior del Partido cuando Miguel Ángel Pichetto
desembarcó en la Provincia para ungir a Luis Viana como interventor.
En este contexto y ante el desafío del 6 de junio se
enfrentaron dos miradas que no son extrañas a los procesos de construcción
política cuando los objetivos son compartidos. Sus diferencias pueden
traducirse en un movimiento geométrico: hay un sentido en la pretensión de
construir desde la periferia al centro o desde las bases y hay otro sentido más
propio de la democracia centralizada que invierte la flecha y sostiene que la
irradiación nace en el poder central. Es el método de los partidos
tradicionales, que en las provincias terminan enrolándose en los mandatos de
Buenos Aires, propio de las revoluciones desde arriba, desde el control del
aparato del Estado. Es el dilema no resuelto del peronismo, si lo construyó Perón
desde la Secretaría de Trabajo o los constituyó el pueblo movilizado el 17 de
octubre.
Irrazábal fue muy preciso al hablar de la construcción
política que se requiere para que el justicialismo vuelva a ocupar un lugar de
protagonismo en la política misionera y admitir que esa recuperación partidaria
lleva mucho tiempo. Se puede sostener que dada la crisis de representación, la
dirigencia partidaria de fin de siglo no supo leer claramente el que “se vayan
todos” de las asambleas populares que ganaron las calles en 2001.
Esta historia reciente carga de significación las palabras
de Irrazábal cuando asegura que construirán un espacio desde la militancia,
donde el proyecto estará por sobre los candidatos. Y aclara: “estos espacios no
están para pelear una marquesina, nosotros no venimos a pelear un sello
político, nosotros venimos a buscar que las políticas públicas que se generaron
a partir del 2003, sean una realidad en nuestra provincia”.
El otro enfoque que se expresa en la frustrada candidatura
de Arguibel, pero que impulsan desde las sombras Cristina Brítez y Pichi Esper.
Es la convicción de que la recuperación del PJ pasa fundamentalmente por
constituirse como un brazo que prolonga en la Provincia las estrategias de
Buenos Aires. Pero si se atiende a la inclusión de Rafael Pereyra Pigerl y
Paola Soledad Gómez, entre los consejeros de la lista que encabeza Alberto
Fernández, se puede suponer que ni la Casa Rosada ni La Cámpora están peleando
espacios en el justicialismo misionero. Más después de que el presidente actual
del partido y diputado por la Renovación haya sido recibido por Santiago
Cafiero con coincidió en la necesidad de mantener y fortalecer las relaciones
institucionales existentes, en beneficio de los misioneros. También hablaron
sobre “afianzar la buena relación institucional entre el Gobierno nacional y
Misiones” y sobre “avanzar en el trabajo conjunto en la búsqueda de soluciones
dentro del contexto social, económico y político, sin perder de vista los
condicionamientos y efectos de la pandemia”, según se informó.
Es coherente con las declaraciones de Irrazábal cuando
sostiene que “más que ganarle a la Renovación en junio, lo que nosotros tenemos
que hacer es fortalecer el justicialismo en un marco inteligente de acuerdos
políticos, que le permita a cuadros del justicialismo misionero, ser concejales
o diputados”.
Mientras que para Dignidad el adversario político es Juntos
por El cambio y el modelo neoliberal, Convergencia en cambio se enceguece con
el árbol y no puede ver el bosque. Para ellos el imperativo es ganarle a la
Renovación. Todo lo demás le parece sospechoso.
Irrazábal, tiene claro por otra parte que el PJ Misiones
defenderá el proyecto encabezado por Alberto y Cristina en el orden nacional,
defensa que no se hace meramente desde los aparatos ya que el modelo político
demanda a la militancia y trabajo de todos los días para asegurar derechos.
Más allá del curso que tome la judicialización de la interna
lo cierto es que la lista que armaron desde el FdT simplifica el debate y lo
circunscribe a la lucha por los espacios. Espeja la manera de hacer política de
la anti-política cambiemita cuando larga denuncias con el ingenio de los
trolls. No pone en cuestión del modelo de acumulación y reproducción en la
Provincia.
La conducción de Irrazabal enfrenta así el desafío
coyuntural de integrar el PJ al Frente ganador en junio y el desafío
estructural de reconstrucción del justicialismo. Por lo pronto ya mandó señales
de que el peronismo no es patrimonio de nadie, es patrimonio de todos los peronistas
y de todos los militantes, además del anclaje popular en la política argentina.
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