El primer anuncio se hizo el jueves 19 de marzo y el decreto comenzó a regir desde la hora 0 del viernes 20 hasta el 31 del mismo mes. Desde la Quinta de Olivos, el Presidente indicó que los ciudadanos debían “ permanecer en sus casas” y solo podrían salir para hacer compras de necesidad.
Los negocios de cercanía, supermercados, almacenes, ferreterías y farmacias siguieron abiertos, mientras que las fuerzas de seguridad controlaban quién circulaba por las calles y aquel que no lo pudiera justificar debía someterse a lo que el Código Penal preveía.
Se cerraron las escuelas y las fronteras. Los trenes de las cinco líneas distribuidas en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) circulaban con el cronograma de domingos y feriados.
Solo podían circular quienes desempeñaran trabajos denominados “esenciales” como personal de salud, bomberos, seguridad, autoridades superiores del Estado, periodistas y aquellos empleados que trabajaran en producción de alimentos, fármacos y otras actividades como el petróleo, refinería de naftas y gasoil, para evitar desabastecimientos.
El 31 de marzo llegó el segundo anuncio de que la cuarentena se extendía por quince días más hasta el 12 de abril. El Gobierno lanzó entonces el Certificado Único Habilitante para Circulación (CUHC) que debían obtener los trabajadores esenciales.
Los cambios no fueron notables en cuanto a movilización pero sí se tomaron medidas económicas como la entrega del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) a trabajadores informales y monotributistas, y la implementación del Programa de Recuperación Productiva (REPRO) para trabajadores en relación de dependencia del sector privado en empresas que superaran los 100 empleados.
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