“El peronismo y el radicalismo nunca fueron enemigos”, enfatiza Carlos Valenzuela al analizar los 40 años de democracia y el escenario político actual. “El panorama actual es un gobierno de unidad nacional que no significa uniformidad. Vivimos uniformidad en la noche de la dictadura; lo que nosotros necesitamos es que cada uno mantenga sus criterios, su independencia, su identidad, y que eso sume a la creatividad, oxigene al sistema democrático, al sistema político, y que desde ahí se pueda conducir con fortaleza política lo que hace falta construir en esta nueva etapa que vamos a reiniciar a partir de estos 40 años”, definió en Plural TV.
Carlos Valenzuela, una reconocida figura del peronismo, recuerda con nostalgia su participación hace exactamente 40 años en una elección que marcó un hito en su vida política y en la de millones de argentinos: el 30 de octubre de 1983, hace exactamente 40 años, el país volvió a las urnas y eligió a Raúl Alfonsín como su futuro presidente. Corrían, todavía, los siete años de la sangrienta dictadura cívico militar eclesiástica.
El repaso de Valenzuela rememoró aquellos años, interpretó el devenir político y analizó la coyuntura actual con vistas al balotaje del 19 de noviembre de 2023.
Aquel 30 de octubre Valenzuela fue fiscal de mesa en la Escuela Industrial, donde, en medio de la contienda electoral, se vivieron momentos de incertidumbre y esperanza. En esa ocasión, el peronismo enfrentó su primera derrota en las urnas, un duro golpe que marcó el inicio de una etapa de recomposición en medio de la noche oscura de la dictadura. La complejidad de aquellos tiempos impactó en los partidos políticos, sobre todo el peronismo. Al habilitar la votación, muchos compañeros -dice- seguían presos y muchos otros recuperaron la libertad recién para la Navidad de ese año, cuando Raúl Alfonsín ya era el presidente en ejercicio desde el 10 de diciembre. “Aun así, con el retorno de la democracia, se inicia un proceso de recuperación y reconstrucción del peronismo, que demostró su capacidad de resiliencia a pesar de las adversidades” y frente al resurgimiento de un radicalismo por entonces, con un liderazgo carismático y una campaña electoral innovadora para la época, dice Valenzuela.
Este contexto político le sirve como telón de fondo para analizar la relación entre el peronismo y el radicalismo, dos visiones distintas pero complementarias para la construcción de una nación común. Enfatiza en la histórica vocación argentina de generar unidad nacional y popular, recordando la invitación de Juan Domingo Perón a Ricardo Balbín -por entonces, el líder radical- para integrar una fórmula conjunta, que no pudo concretarse debido a diversos intereses de sectores en ambos partidos. A pesar de los desencuentros, destaca que la búsqueda de unidad es una constante en la política argentina.
Al abordar el panorama político actual, Valenzuela elogia la figura de Sergio Massa y su capacidad para convocar desde la racionalidad política y el respeto a las diferencias, también a un gobierno de unidad, en la coyuntura actual. Valenzuela entiende que Massa contrapone este enfoque con los intereses económicos que acompañaron a la dictadura y que, según él, siguen presentes en la actualidad, señalando la relación de figuras como Felipe Domingo Cavallo con el la propuesta de La Libertad Avanza y sus ahora líderes, Mauricio Macri, Javier Milei y Patricia Bullrich.
Valenzuela subraya las diferencias sustanciales entre los dos principales espacios políticos que van al balotaje, resaltando su oposición a la venta de bebés, la deuda externa, la desmalvinización y la descalificación del otro por motivos políticos, como proponen desde el espacio ampliado de Milei. Además, critica la actitud de algunos líderes políticos que descalifican culturalmente a los jóvenes, lo que generó también un fuerte rechazo en esta generación.
El pintado del mapa de azul es una metáfora que Valenzuela rescata para representar la necesidad de consolidar un Estado federal que administre de manera eficiente los recursos y tome decisiones que beneficien a toda la nación. Destaca la importancia de las próximas elecciones y la contundencia del apoyo a Sergio Massa como una forma de fortalecer políticamente la capacidad del gobierno para abordar los desafíos pendientes en Argentina.
Carlos Valenzuela, con las cuatro décadas democrática de experiencia política y años anteriores, además del compromiso democrático inquebrantable, al analizar el presente de la Argentina, enfatiza en la importancia de la unidad nacional y la necesidad de superar las divisiones para construir un futuro más prometedor. Entiende que el escenario actual ofrece la evolución de la política argentina y las esperanzas depositadas en un líder como Sergio Massa, capaz de liderar este nuevo capítulo en la historia del país.
-¿Carlitos, te acordás qué estabas haciendo hace exactamente 40 años?
-Así es, estaba culminando mi tarea política democrática electoral; fue mi primer voto, y había sido fiscal de mesa en la Escuela Industrial. Así que a esta hora (la entrevista fue el lunes 30 de octubre de 2023, alrededor de las 19.45) estaríamos terminando de contar los votos de la urna y haciendo las planillas para entregar. Recuerdo que cuando salimos del aula donde estábamos contando y nos reunimos con el fiscal general, la mía fue la única mesa donde ganamos (risas). Es más, en esa época escribíamos en las paredes: “El peronismo vuelve y es invencible” y fue la primera elección que pierde el peronismo, que nunca había sido derrotado en las urnas. Eso fue un aprendizaje porque fue la fuerza política más golpeada en la noche oscura de la dictadura; y en esa recomposición posterior todavía teníamos compañeros presos que no podían votar, algunos salieron en libertad después de Navidad incluso, ya una vez asumido el gobierno democrático (de Alfonsín). Vivimos una situación muy compleja y la recomposición vino después. Por otro lado, al radicalismo le surge un liderazgo carismático, fuerte, moderno para ese momento, con una campaña electoral muy moderna para ese momento, me acuerdo que pusieron “RA” con la banderita argentina, eran unos sticker que pegaban en los colectivos y demás; era impactante, vendría a ser como son hoy las redes sociales. Eran de mucho impacto porque golpeaban los sentidos, era una síntesis, cortito…
-¿Qué pasó después con el peronismo?
-El peronismo se reconstituye. Siempre es una fuerza política respecto a la cual los intereses contrarios a los intereses nacionales están augurando que se va a extinguir y no nos han podido extinguir las bombas, los fusilamientos, las cárceles, los muertos, los desaparecidos. Así que en ese proceso democrático que se inició hace 40 años, que realmente fue una primavera democrática, nosotros festejamos la recuperación de la democracia a pesar de haber perdido las elecciones. Los intereses económicos y políticos que estaban detrás del partido militar que, si bien había perdido vigencia y fuerza, igualmente con Malvinas seguía teniendo fuerza, tal es así que después logra recuperarse en las asonadas militares que nos llevan a esa Semana Santa, que estábamos casi al borde del quiebre de la democracia nuevamente. Ese proceso lo vivimos de una manera, donde mucha gente pensaba cuánto será que va a durar ese proceso democrático. Alfonsín realmente fue un líder que, aunque nosotros estábamos en la vereda de enfrente, valorábamos su compromiso democrático con las instituciones, y su compromiso con las diferencias políticas; nosotros acompañamos ese proceso, y sostuvimos desde el peronismo en todas las plazas del país con esas asonadas militares que hubo en ese momento.
-¿El peronismo y el radicalismo nunca fueron enemigos?
-Claro que no. Son visiones distintas para la construcción de una nación común. Nosotros tenemos raíces; una de las fuerzas más importantes del conocimiento del peronismo intelectual surge de Forja, que es la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina. El propio Perón, después de 18 años de exilio, cuando regresa a la Argentina, dice que “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”, y lo convoca a Balbín para integrar la fórmula con él; no hubo comprensión de contexto, había muchos intereses para que eso no ocurra y terminamos después en un baño de sangre (la Dictadura 1376-1983). Pero ese proceso de integración política se fue dando permanentemente en Argentina. Tal es así que cuando el radicalismo gana las elecciones y se encuentra con esa fortaleza política del regreso después de 40 años, ellos tenían un slogan que era “Radicalismo por cien años”, y en su iniciativa política convocan al Tercer Movimiento Histórico. Siempre hubo en la Argentina la vocación de generar unidad nacional y popular, que es lo que está convocando ahora Sergio Massa, a un gobierno de unidad nacional.
-¿Cuál es ese panorama actual?
-Este panorama actual es un gobierno de unidad nacional que no significa uniformidad. Vivimos uniformidad en la noche de la dictadura; lo que nosotros necesitamos es que cada uno mantenga sus criterios, su independencia, su identidad, y que eso sume a la creatividad, oxigene al sistema democrático, al sistema político, y que desde ahí se pueda conducir con fortaleza política lo que hace falta construir en esta nueva etapa que vamos a reiniciar a partir de estos 40 años.
-¿Cómo va la campaña? ¿La proyección, las posibilidades de Massa?
-Las posibilidades de Massa son las posibilidades ciertas de un espacio convocante desde la racionalidad política, convocante desde el ejercicio de la pluralidad en el marco del respeto y tratando de superar los desafíos. En la vereda de enfrente tenemos los mismos intereses de siempre, los mismos intereses económicos que acompañaron a la dictadura, no nos olvidemos que Felipe Domingo Cavallo, que es reivindicado absolutamente por el candidato “despelucado” (en referencia a Javier Milei), fue presidente del Banco Central de la República Argentina durante la dictadura militar y estatizó la deuda privada, nos hizo cargo a todos los argentinos de la deuda privada, entre ellos la deuda de la familia Macri; bueno… hoy terminan juntos. Si hoy quiere votar a Macri para que sigan privatizando, para que no paguen la deuda del correo, para que sigan sosteniendo el sistema económico de privilegio, vótenlo al señor despeinado de la motosierra. Del otro lado está la otra opción, con errores, con aciertos, con personajes que van y vienen, lo que está bien, porque las personas pueden cambiar de opinión a través del tiempo, van madurando o no. Pero existen diferencias entre estos espacios políticos: hoy la semántica te habla de grieta, pero las diferencias son que yo no estoy a favor de la venta de bebés, de la venta de órganos, del endeudamiento de la Argentina, de la desmalvinización soberana de un territorio nuestro; no estoy a favor de romper relaciones con China, con Brasil, con el Vaticano: no estoy a favor de la descalificación del otro por la descalificación misma. Ahora Milei entró en un terreno de descalificar a los jóvenes; ya había hablado de los viejos meados y fue descalificando sector por sector: ahora está en la etapa de descalificación de los jóvenes con su identidad cultural que es la música, los artistas. En los últimos recitales que hubo en Buenos Aires hay un cántico que sale naturalmente de los jóvenes por esa descalificación que tiene que ver con la misma línea que venía antes de cuando se quemaban los libros, cuando se censuraba a los artistas. Esto es una descalificación de los artistas por gente que eventualmente puede ser gobierno y que te descalifica culturalmente; los jóvenes sienten eso y rechazan esa actitud.
-¿Qué es eso de pintar el mapa de color celeste?
-Es una metáfora. Creo que estamos viviendo una reconfiguración de la política en Argentina, y esa reconfiguración tiene que ver con la concreción de un Estado que definitivamente se asuma como federal en la administración de los recursos, en la toma de decisiones. La declamación de federalismo ya pasó, ahora dejamos los discursos y vamos a los papeles, estamos entrando en eso, para entrar en eso necesitamos tener fortaleza política, y para ello necesitamos pintar el mapa de azul, no podemos quedar (Misiones) como provincia en otro mapa cuando todo indica esa nueva reconfiguración de un Estado que se va a reconstituir resolviendo cada uno de los problemas que tenemos pendientes. Se está resolviendo la cuenta energética con el gasoducto; estamos teniendo problemas con la nafta producto de que sube el barril a nivel internacional con las guerras que hay y las petroleras quieren exportar todo el petróleo, entonces a las refinerías locales les venden petróleo a cuentagotas, sumado a eso, los intereses que hay para que haya un desabastecimiento, hay una psicosis que se arma y entonces damos vueltas ahí. Necesitamos que nuestros senadores y diputados nacionales -que consiguieron cinco escaños de los siete que estaban en juego, porque los otros dos escaños están apoyando a la continuidad de un modelo de empobrecimiento- salgan con el contundente respaldo político electoral, porque a su vez se van a sentar a la mesa muchos otros actores, como provincias, también con sus senadores y diputados; la diferencia va a ser el color del mapa, esa va a ser la fortaleza política. Así que necesitamos que estas elecciones sean contundentes, además de por todas las razones en sí mismo que representa Massa, por la necesidad de la provincia, concretamente.
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